Por Ignacio Maciel
¿Es la Naturaleza Humana un problema político, filosófico o científico? O mejor: ¿qué le significa a cada una de esas disciplinas darse de narices con la pregunta acerca de la Naturaleza Humana? No siendo precisos (es decir, torpes) podríamos decir que para la política representa un telón de fondo sobre el que necesariamente debe operar su espectáculo; para la ciencia, una promesa o un ensueño: es su meta o bien la certeza de aquél que no puede hacer una delimitación estricta entre un parnaso onírico y la eterna vigilia. Sólo para la filosofía constituye un problema de hecho y de derecho; sólo para ella resulta imposible definirla de una vez y para siempre, pues ese movimiento implicaría su propia cancelación, su muerte, su adiós infinito. La filosofía somete a crítica, e incluso a escarnio, a la Naturaleza Humana. Esto es: no puede dejar de pensar en ella, sabiendo que en el fracaso de esa definición estriba todo su éxito como disciplina en la que sólo las preguntas valen como afirmaciones.
¿Es la Naturaleza Humana un problema político, filosófico o científico? O mejor: ¿qué le significa a cada una de esas disciplinas darse de narices con la pregunta acerca de la Naturaleza Humana? No siendo precisos (es decir, torpes) podríamos decir que para la política representa un telón de fondo sobre el que necesariamente debe operar su espectáculo; para la ciencia, una promesa o un ensueño: es su meta o bien la certeza de aquél que no puede hacer una delimitación estricta entre un parnaso onírico y la eterna vigilia. Sólo para la filosofía constituye un problema de hecho y de derecho; sólo para ella resulta imposible definirla de una vez y para siempre, pues ese movimiento implicaría su propia cancelación, su muerte, su adiós infinito. La filosofía somete a crítica, e incluso a escarnio, a la Naturaleza Humana. Esto es: no puede dejar de pensar en ella, sabiendo que en el fracaso de esa definición estriba todo su éxito como disciplina en la que sólo las preguntas valen como afirmaciones.