Inmediatamente después de que ML manifestara sus críticas a los policiales del sueco Henning Mankell, ADN Cultura, revista cultural de La Nación, de putas casualidades le dedicó su tapa al "considerado como uno de los escritores más prestigiosos de Europa. Es el Chandler de nuestra época..." Sinceramente sólo miré la portada, todavía no tuve tiempo para leer las notas (entre paréntesis: cualquier idea sobre las aventuras de Wallander se la van a hacer recién cuando lean sus libros; lamentablemente tocar de oído en la literatura no es un buen consejo).
Creo que de la charlatanería quería escribir. Esa manía que tiene cierto snobismo (divertidamente representado en las pelis de Woody Allen) de saber absolutamente todo lo "nuevo" del mundo de la "alta" cultura, pero incapaz de disfrutar de la maravillosa complicidad que uno (en solitario) puede generar con una obra literaria. La sensación que me da el mundo de la "alta literatura" es que todo lo que toca lo convierte en mierda (como una especie de "Rey Midas al revés", díría Calamaro). Bajo ninguna circunstancia se permite disfrutar de un libro. Para glorificarlo o destruirlo lo momifica. Esa necesidad de catálogo termina con el aura del arte.
Esa es la función de ADN Cultura. No me molestan los suplementos culturales, pero esa elevación hacia lo solemne de un autor X es el final de la magia. Este me parece que es el caso de Mankell, a quien comparan con Chandler, que dejó de ser un escritor de policiales popular para convertirse es un escritor de culto norteamericano a quien "no se tiene que dejar de leer". Es genial tanto la difusión del maravilloso Chandler como la del aburrido Mankell, sin embargo sería importante evitar esa necesidad de imposición que tienen los suplementos. Acá habría que comenzar a escribir sobre el mundo editorial, etc. No es la intención de esta nota. Simplemente me gustó que ML escribiera sobre las novelas del inspector Wallander (bien o mal, no importa) antes de que un suplemento de cultura lo colocara, ante todo, como un escritor de "éxito planetario".
Creo que de la charlatanería quería escribir. Esa manía que tiene cierto snobismo (divertidamente representado en las pelis de Woody Allen) de saber absolutamente todo lo "nuevo" del mundo de la "alta" cultura, pero incapaz de disfrutar de la maravillosa complicidad que uno (en solitario) puede generar con una obra literaria. La sensación que me da el mundo de la "alta literatura" es que todo lo que toca lo convierte en mierda (como una especie de "Rey Midas al revés", díría Calamaro). Bajo ninguna circunstancia se permite disfrutar de un libro. Para glorificarlo o destruirlo lo momifica. Esa necesidad de catálogo termina con el aura del arte.
Esa es la función de ADN Cultura. No me molestan los suplementos culturales, pero esa elevación hacia lo solemne de un autor X es el final de la magia. Este me parece que es el caso de Mankell, a quien comparan con Chandler, que dejó de ser un escritor de policiales popular para convertirse es un escritor de culto norteamericano a quien "no se tiene que dejar de leer". Es genial tanto la difusión del maravilloso Chandler como la del aburrido Mankell, sin embargo sería importante evitar esa necesidad de imposición que tienen los suplementos. Acá habría que comenzar a escribir sobre el mundo editorial, etc. No es la intención de esta nota. Simplemente me gustó que ML escribiera sobre las novelas del inspector Wallander (bien o mal, no importa) antes de que un suplemento de cultura lo colocara, ante todo, como un escritor de "éxito planetario".