Por Javier Szlifman
La historia tiene como escenario la popular y a la platea; aquellas tribunas que reciben a los hinchas que van a ver fútbol todos los domingos. Pero también incluye al Estado como garante de la seguridad en los espectáculos deportivos y ente encargado de sancionar a los clubes cuyos hinchas causan incidentes. Sin embargo, la relación entre los hechos y los castigos cambia a lo largo de los años.
El primer antecedente remite a 2006. El 21 de octubre de ese año, Raúl Calvente, juez de Lomas de Zamora, dio lugar a un recurso de amparo presentado por Rafael Di Zeo y otros 7 miembros de la barra de Boca. De la mano del magistrado, los hinchas xeneizes podrían eludir el derecho de admisión que les impedía ingresar al estadio de Racing y así alentar a Boca el domingo siguiente. Sin embargo, Calvente ordenó que Di Zeo y compañía deberían ubicarse en la platea del Cilindro de Avellaneda y cada uno tendría un policía asignado para su custodia. Ante esta medida, el entonces ministro de Seguridad bonaerense León Arslanián decidió que la policía no prestaría servicios y el encuentro entre xeneizes y académicos se postergó. Así fue como una disputa entre dos poderes del Estado impidió que barras y plateistas compartieran la tribuna. Sin embargo, sería el mismo Estado quien un tiempo después permitiría que este encuentro se produzca.
El pasado 30 de marzo, dos facciones que se disputan el poder en la barra de River protagonizaron un nuevo enfrentamiento antes del partido ante Arsenal, esta vez en la popular de Vélez, donde River hacía de local. Se trató de un nuevo capítulo por la pelea por el liderazgo de “Los Borrachos del Tabón”, que comenzó en agosto de 2006 y que incluye en su breve historia distintos enfrentamientos dentro y fuera del club, amenazas, apretadas a los jugadores y el asesinato de Gonzalo Acro, uno de los líderes, entre sus hechos destacados.
Estos enfrentamientos llevaron a la cárcel a varios miembros de la barra y también tuvieron sus consecuencias para River. La primera sanción fue en marzo del año pasado, cuando luego de una pelea con armas blancas en los quinchos, el club fue clausurado por unos días y el equipo no pudo jugar en su cancha por tres fechas. En mayo, tras una emboscada en el playón del club, el Estadio Monumental fue cerrado por dos fechas. Tras la pelea del domingo 30 en Vélez, esta historia de sanciones tendría su tercer capítulo.
Pese a la violenta gresca de la popular, registrada por las cámaras de televisión y repudiados por los plateistas al grito de “que se vayan todos”, las penas a pagar por el club de Nuñez no incluyeron la imposibilidad de jugar como local en su estadio. Esta vez, el Ministerio de Justicia y Seguridad dispuso que River no pueda habilitar su tribuna popular por los siguientes dos partidos y que sólo puedan venderse plateas para socios.
Tras los incidentes en los quinchos, hace más de un año, el club expulsó a seis barras que eran socios del club. Sin embargo, tras los enfrentamientos en la cancha de Vélez no hubo nuevos expulsados de la institución de Nuñez. De esta forma, muchos barras que se enfrentaron en la popular de Vélez, entre los que aparecía el hermano de un dirigente oficialista, llevaron su carnet al día y pudieron ver al equipo de sus amores. Sin tribuna popular para ocupar, lo que Racing y Boca no lograron en 2006 tuvo lugar en el Monumental, con parte de la platea convertida en popular.