viernes, 11 de julio de 2008

Hablando de discurso


Por P.E.

Una premisa no escrita sobre el periodismo digital manifiesta: "No superar los 1.500 caracteres". En la actualidad, hasta los más grandiosos lectores se aburrirían con textos largos en la red. Es una cuestión de habitus, diría Bourdieu. Similar es lo que sucede con la oratoria política. El eslogan picó en punta en el siglo XXI. Sin embargo el argumento tiene que tener contenido. Aunque se apliquen las más reconocidas teorías discursivas aristotélicas, lo que se dice es tan importante como el packaging. Una caja vacía envuelta con un lindo papel para regalo es una desilución latente. Es necesario una síntesis entre ambas. Las oratorias extensas no se corresponden con los cuerpos de los sujetos de la posmodernidad. Es inútil imaginar que las posturas de escucha pueden retrotraerse en el tiempo. De esta manera, el político que intenta destacar ideología en sus palabras, sí o sí, debe adaptarse a la ideología silenciosa que atraviesa al marketing. No aceptando el triunfo de éste, sino todo lo contrario: para vencerlo en el choque de espadas dentro del campo de batalla.