jueves, 31 de julio de 2008

Celebrity

Por P.E.

El Marketing Myself se instaló velozmente en el periodismo argentino. La posprofesionalización del trabajador de prensa en el país de los noventa tomó caminos, tal vez, inimaginables. El periodista dejó de ser un actor secundario: ahora es la estrella. El boom de los programas periodísticos de TV abrió paso al opinólogo. Pero eso es apenas una consecuencia del Marketing Myself absoluto. Ingenuo sería pensar que a lo largo del siglo XX no existieron personajes con sobredosis de prestigio, sin embargo en la actualidad el márketing lo es todo. No es casualidad que las caras de la televisión tengan su propia voz en la radio o sus columnas en los diarios. No importa si tienen la capacidad para llevar adelante un programa radial o si pueden redactar un párrafo de letras, lo importante es lo que generan marketineramente. No es de extrañar que salgan a la venta muñequitos de periodistas reconocidos. El Marketing Myself es una epidemia. Los periodistas buscan desesperados el reconocimiento de los propios medios. Como lo muestra maravillosamente Woody Allen en Celebrity, lo único que importa en el ser periodista del Marketing Myself es pertenecer. ¿A qué? Ni idea; o sí, a lo que queremos todos.