P.E.
Hace un tiempo que me enrosqué con la idea crítica del Marketing Myself, práctica periodística de la posmodernidad que ubica al trabajador de prensa como la estrella de la noticia (ver post del 31 de julio). Sin embargo de la prensa marketinera además pueden desprenderse otros conceptos (siempre negativos): uno de ellos es el que llamé (sic) "Periodista Burócrata". Muchos saltarán de sus cómodos sillones: "¡No investaste nada, pibe!". Sin embargo esperen a leer el desarrollo de esta idea. El "Periodista Burócrata" es aquel que, en sintonía con una actitud propia del Marketing Myself, busca acomodar su culo (gordo generalmente) en el mundo del periodismo: se pone la camiseta de la empresa, demuestra fidelidad absoluta ante el jefe y no duda en cagarse en los compañeros (en caso de que la situación lo requiera). Esta característica la culmina con un broche de oro: se rasca las pelotas (sin distinción de género). Su labor es precedente a la silla que ocupa. Una vez que está sentado detrás de una computadora, se dedicará a cuidar su huerta: plantará lechuga, tomates y otras verduras, pero olvidará por completo su tarea periodística. En definitiva, le importa una mierda el periodismo. Esto puede ser por varios motivos: cansancio debido a que su trabajo consistió en llegar al lugar donde está; porque considera que los jefes de prensa ajenos le resuelven las notas, etc. pajas. Pero la principal causa de que el individuo en cuestión se dedique a hacer la plancha es, lisa y llanamente, porque es un inútil. Está claro que el "Periodista Burórcrata" no se define sólo por su inoperancia (suena muy PRO), pero si es un personaje que camufla su incapacidad en el peso del castillo kafkiano.