Leyendo no sólo se construyen cuerpos lectores, sino que a su vez se crean sujetos lectores para libros bellos, pocket o fotocopias de centro de estudiantes. Está claro: el fetiche literario que tenemos impreso en nuestros nervios desalienta a leer apuntes fotocopiados (de tipos que, convengamos, tampoco colaboran con la causa).