A los medios de desinformación les encanta ponerse el traje de dedo índice erguido. Pero eso no es lo peor, cuando no les gusta lo que observan deciden mirar para otro lado, guardar sus manitos en los bolsillos y silbar bajito. Es lo que pasó esta semana con los encuentros top secret que mantuvieron desde enero el presidente de la Sociedad Rural, Biolcati, con funcionarios del Gobierno. Nadie sabía nada (sólo Verbitsky lo anticipó en Página/12, pero todos aseguraron -sic- que estaba "operando"). ¿Cómo resolvieron los medios que resguardan los intereses de la Pampa húmeda semejante desplante? Bueno, la respuesta es sencilla: reprodujeron lo que dijo el titular de la SRA ("El Gobierno violó un código que yo respeté"). Convengamos que Biolcati demasiados códigos no tiene, ya que jamás se reunió a conversar con De Vido por mandato de todas las entidades rurales, sino que sólo lo hizo como dirigente de la Suciedad Rural. Pero volvamos a los medios (de los dirigentes agropecuarios no queda mucho más que decir). Ninguno de los diarios y otras publicaciones -que les encanta acusar de "K" a todo aquel que se anima a criticar al falso federalismo que pregonan Buzzi y cía- salió a reconecerle la primicia a Verbitsky. Egos y competitividad en el periodismo es común hoy en día (seguramente es así desde que el oficio se convirtió en profesión), pero tengo la plena seguridad de que la caza de brujas que se ejerce en la actualidad dentro de los medios de comunicación por pensar diferente es sumamente novedosa. Las críticas que escucho de muchos periodistas sobre Horacio Verbitsky (que, como ninguno de nosotros, es todo blancura) no tienen que ver con que piensa distinto a ellos, sino con que el "Perro" puede decir lo que piensa y a quién tiene ganas de bancar; mientras que los macartistas del periodismo "independiente", "crítico" y "puro" no les da el piné para salirse de sus uniformes azules y decir para quién juegan.