lunes, 8 de octubre de 2007

El mal sobreentendido


"Prendí la radio para ver cómo había salido Boca. Escuché una hora los comentarios del partido (que perdió 1-2 con Ñuls el domingo pasado): nunca dijeron cómo había salido", contó Marcelo ofuscado. "El periodismo da muchas cosas sobreentendidas", contestó uno por ahí.

Pienso que este es un ejemplo del "sobreentendimiento televisivo". Utilizo la palabra "televisivo", porque de alguna manera el formato de la imagen en los últimos años condicionó al resto de los medios de comunciación (radios, Internet... Y lo que es peor: diarios).

Aquí se presenta el problema que se manifestó en el primer párrafo: el periodismo editorialista berreta, que no dice nada. Cuando el género opinión toma lugar en un medio de comunicación, no significa que se deja de lado la información.

Es verdad que la subjetividad adopta un rol preponderante, pero jamás se puede olvidar que el televidente, el escucha o el lector puede ignorar la noticia que impulsa el comentario en cuestión.

Hasta acá me interesaba dejar un pequeño testimonio sobre el sobreentidimiento periodístico que, con la aparación de la imagen, comenzó peligrosamente a dar muchas cosas por sabidas.

Ahora bien, el tema es más o menos diferente cuando se trata de literatura periodísitca. Ahí el asunto es no caer en la falta de sobreentidimiento; para ser más claros: no darle sobreinformación al lector.

Borges cita a Goethe: "Goethe declaró que esas palabras como tal vez, quizá, según me parece, si no me equivoco (utilizadas por el escritor `reconociendo que en ocasiones lo contrario es cierto´), deben estar sobreentendidas en todos lo escritos".

Aquí, Borges quiere decir que es el lector quién debe comprender que lo que manifiesta el escritor no es una afirmación absoluta, sino que `en ocasiones lo contrario es cierto´, por lo que el escriba debe evitar, en este caso, la verborrea literaria.

En definitiva (para cerrar algo que se me volvió engorroso), ambos ejemplos literarios (tanto el de la carencia como el de la abundancia), muestran que no existe un estilo mejor que otro, sino que simplemente es necesraio ser cuidadado en no caer en el mal sobreentendido.