viernes, 5 de octubre de 2007

Prótesis


Podridísimo del "tengo que..." la vida se vacía. Inmediatamente después de que uno tira por la ventana la burocracia de la cotidianeidad, tiene que lanzarse solitario al mundo desde la nada. Si de repente "no tengo que ir a trabajar", "no tengo que ir a la facultad", "no tengo que ver a mi familia" la angustia del nihilismo toca nuestras puertas. "¿Para qué?" uno se pregunta. Denme trabajo, denme facultad, denme familia... denme prótesis: tal vez, la única manera de andar.