sábado, 28 de julio de 2007

La repulsión al inquilino


Por Patricio Erb

Seguramente consciente de ello, Polanski es un cineasta que tiene el talento para manifestar, paradójicamente sin caer en la masturbación intelectiva, el miedo psicológico que aflora en los individuos cuando, de un día para el otro, dejan de estar sujetos a la cotidianeidad burocrática que nos sostiene en el mundo.

Desde el delirio claustrofóbico de “Repulsión” (1965), hasta el cinismo de “Danza de vampiros” (1967), pasando por el escenario de un tipo dominado por la calentura de una mina en “Cul de Sac” (1966), Polanski supo disparar contra el statu quo de una sociedad berreta, que necesita, después de acomodarse en el barrio privado, la transgresión ballardiana de un caso Dalmasso.

Y esto el polaco Polanski lo filmó maravillosamente en “El Inquilino” (1976), después de que a finales de los sesenta el clan Manson asesinara a su mujer (Sharon Tate, la bella pelirroja de “Danza de Vampiros”), embarazada de ocho meses. Tal vez el morboso asesinato perpetrado por la barra de Charlie, es el reflejo de las películas de Roman (que tan bien se ve en “La Naranja Mecánica” de Kubrick): la furia feroz de los sujetos reprimidos que se desatan (tan común en poblaciones de clases medias acomodadas como la norteamericana).

En “El Inquilino”, la represión psíquica del protagonista (el mismo Polanski), que vive subsumido en costumbres grises al mejor estilo dostoievskiano de “Memorias del Subsuelo”, comienza a enloquecer. Habitus de vida tan monótonos como desayunar todos los días en el mismo bar, sentado en la misma mesa y fumando los mismos cigarrillos, podrían no significar un problema. Sin embargo, el absurdo de mirar desde afuera su propia vida contaminada de rutinas, llevan al personaje de la película a lo que Camus (en “El mito de Sísifo”) llamó “suicidio lógico”.

Descubrir que las obligaciones diarias son absurdas te puede llevar por tres senderos diferentes: 1) tomar conciencia de que el mundo es un gran teatro del cual uno es el principal protagonista (lo que hizo Polanski con su vida), 2) enloquecer, matar o saltar desde la ventana de un edificio (lo que hizo el personaje interpretado por Polanski) ó 3) crear (lo que hizo el mismo Polanski en su gran película “El Inquilino”).