Por Juan Terranova*
¿Las editoriales tienen influencia en la opinión sobre los libros? ¿Es el mercado de la reseña literaria ámbito del crimen, o más bien una zona irrelevante de los medios? Algunas respuestas sobre la industria periodistica de la reseña.
José María, lector atento, me dejó un mensaje en el libro de visitas con un par de preguntas. Voy a tratar de responderlas.
¿Cómo juegan las editoriales en las criticas? ¿Influyen en los comentarios hacia un autor o libro?
Lo primero es lo primero: las empresas editoriales tienden a manejarse con corrección cuando entablan diálogo con la prensa. Las causas pueden ser muchas y estar atravesadas por tradiciones históricas y conveniencias varias. Pero, por lo general, el mundo de la cultura tiende a la legalidad, al menos en esa zona. La prensa cultural funciona más por amiguimismo, supuesto prestigio, desinformación y pretensiones de pureza -que no son males menores-, antes que por extorsión monetaria. Aunque, atención, no digo que esto no exista.
Lo que sí es verdad es que hay arreglos de tapas, de entrevistas, de notas y peleas por lugares de privilegio -como pasa en las librerías–, pero en el género que me gusta y me incumbe, el de la reseña de libros, las editoriales se limitan a enviar el libro, como mucho, con una inocente dedicatoria especial del autor. (A veces esto funciona como forma de presión, sobre todo si el autor le reconoce al crítico su libertad de opinión, la fuerza y la precisión de sus ideas y su implacabilidad con los que escriben mal. Es decir, si hay lisonja.)
La influencia de la editorial no tiene, entonces, mayor peso. Mucho más definitivos son el prejuicio del editor o el crítico, sus deudas a cobrar o pendientes con tal autor, sus favores, sus preferencias o su arribismo, que la editorial en sí.
Las editoriales pueden insistir, berrear, enojarse, protestar, pedir o agradecer de rodillas, pero, por lo general, no llegan a conductas que se asemejen a la criminalidad que se ve o se intuye en otros ámbitos del periodismo. (Recordemos que hace poco Jorge Lanata se definió como corrupto a secas por su sola condición de periodista: pero él, gracias a Dios, no escribe reseñas de libros.)
El negocio de las editoriales, a veces millonario, por otra parte, se dirime en un mercado que no es el del suplemento cultural. Por ejemplo, difícilmente veas el nuevo libro de Pettinato en la revista Ñ. Pero el libro tiene, en la tele y en su autor-personaje, un grado de exposición que jamás de los jamases le puede proporcionar un suplemento cultural. Esto nos lleva a las otras dos preguntas.
¿Te parece que una mala critica condiciona el fracaso comercial de un libro? ¿Influye en algo o el lector tiene elementos propios para decidir por sí o por no la compra de un libro?
Hasta que punto afecta a un libro una reseña es muy difícil de comprobar empíricamente. No creo, en cualquier caso, que una mala crítica pueda liquidar un libro. En un mundo de indiferencia que alguien hable mal de algo no es tan negativo. Una nota en contra posiciona el producto, genera polémica y curiosidad y hasta puede incidir en el mundo intelectual. Sí creo que una buena reseña pueda hacerle vender un par de libros más. Esto se relaciona con las otras preguntas: al no poder hacer variar las ventas, las reseñas no resultan atractivas para el tongo.
En este plano, creo que la crítica literaria en la Argentina es lo suficientemente autónoma, soberana y cimarrona como para estar orgulloso. Tiene, por supuesto, otros vicios. Pero cuando se trata de una reseña, las cosas, por lo general, quedan entre el crítico y el libro. Muy probablemente esto se deba a su intrascendencia. Pero, seamos honestos, las virtudes no siempre tienen que ver con la voluntad o la premeditación, y muchas veces son conspicuas herederas del descuido y la abulia.
(*Publicado en Hipercrítico)
¿Las editoriales tienen influencia en la opinión sobre los libros? ¿Es el mercado de la reseña literaria ámbito del crimen, o más bien una zona irrelevante de los medios? Algunas respuestas sobre la industria periodistica de la reseña.
José María, lector atento, me dejó un mensaje en el libro de visitas con un par de preguntas. Voy a tratar de responderlas.
¿Cómo juegan las editoriales en las criticas? ¿Influyen en los comentarios hacia un autor o libro?
Lo primero es lo primero: las empresas editoriales tienden a manejarse con corrección cuando entablan diálogo con la prensa. Las causas pueden ser muchas y estar atravesadas por tradiciones históricas y conveniencias varias. Pero, por lo general, el mundo de la cultura tiende a la legalidad, al menos en esa zona. La prensa cultural funciona más por amiguimismo, supuesto prestigio, desinformación y pretensiones de pureza -que no son males menores-, antes que por extorsión monetaria. Aunque, atención, no digo que esto no exista.
Lo que sí es verdad es que hay arreglos de tapas, de entrevistas, de notas y peleas por lugares de privilegio -como pasa en las librerías–, pero en el género que me gusta y me incumbe, el de la reseña de libros, las editoriales se limitan a enviar el libro, como mucho, con una inocente dedicatoria especial del autor. (A veces esto funciona como forma de presión, sobre todo si el autor le reconoce al crítico su libertad de opinión, la fuerza y la precisión de sus ideas y su implacabilidad con los que escriben mal. Es decir, si hay lisonja.)
La influencia de la editorial no tiene, entonces, mayor peso. Mucho más definitivos son el prejuicio del editor o el crítico, sus deudas a cobrar o pendientes con tal autor, sus favores, sus preferencias o su arribismo, que la editorial en sí.
Las editoriales pueden insistir, berrear, enojarse, protestar, pedir o agradecer de rodillas, pero, por lo general, no llegan a conductas que se asemejen a la criminalidad que se ve o se intuye en otros ámbitos del periodismo. (Recordemos que hace poco Jorge Lanata se definió como corrupto a secas por su sola condición de periodista: pero él, gracias a Dios, no escribe reseñas de libros.)
El negocio de las editoriales, a veces millonario, por otra parte, se dirime en un mercado que no es el del suplemento cultural. Por ejemplo, difícilmente veas el nuevo libro de Pettinato en la revista Ñ. Pero el libro tiene, en la tele y en su autor-personaje, un grado de exposición que jamás de los jamases le puede proporcionar un suplemento cultural. Esto nos lleva a las otras dos preguntas.
¿Te parece que una mala critica condiciona el fracaso comercial de un libro? ¿Influye en algo o el lector tiene elementos propios para decidir por sí o por no la compra de un libro?
Hasta que punto afecta a un libro una reseña es muy difícil de comprobar empíricamente. No creo, en cualquier caso, que una mala crítica pueda liquidar un libro. En un mundo de indiferencia que alguien hable mal de algo no es tan negativo. Una nota en contra posiciona el producto, genera polémica y curiosidad y hasta puede incidir en el mundo intelectual. Sí creo que una buena reseña pueda hacerle vender un par de libros más. Esto se relaciona con las otras preguntas: al no poder hacer variar las ventas, las reseñas no resultan atractivas para el tongo.
En este plano, creo que la crítica literaria en la Argentina es lo suficientemente autónoma, soberana y cimarrona como para estar orgulloso. Tiene, por supuesto, otros vicios. Pero cuando se trata de una reseña, las cosas, por lo general, quedan entre el crítico y el libro. Muy probablemente esto se deba a su intrascendencia. Pero, seamos honestos, las virtudes no siempre tienen que ver con la voluntad o la premeditación, y muchas veces son conspicuas herederas del descuido y la abulia.
(*Publicado en Hipercrítico)