Alguien dijo que para hacer una buena película hacían falta tres cosas: un buen libro, un buen libro y un buen libro. Este creo que es el secreto de Los Simpson como lo fue, a mi juicio, el de El Chavo. Las historias de Los Simpson siempre son inteligentes, intencionadas y con el apoyo de diálogos brillantes. Con una percepción exacta de las desmesuras y exageraciones de una sociedad como la norteamericana. Admito que, si bien me encantan, no soy un fanático seguidor ni un conocedor profundo de la tira. Pero me he reído mucho con algunas entregas y eso no es fácil. El personaje que más me atrae es Homero, que, pienso, le brinda el perfil identificatorio a la serie. Porque no es un personaje malo —villanos hay muchos— sino que es un personaje muy querible dentro de su degradación y su búsqueda permanente de sacar ventajas. Es una bestia que irradia cariño por su familia y nos reivindica a todos como seres imperfectos. En cuanto al dibujo, me parece un dibujo muy efectivo dentro de su primitivismo. Es simple, eficaz y no se confunde con ningún otro. Los Simpson son una vuelta de tuerca a las historias de familias comunes, casi siempre edulcoradas y ejemplificadoras, y pienso que si han sido considerados la mejor tira animada de todos los tiempos, es absolutamente merecido.
Este es el texto sobre Los Simpson que Fontanarrosa escribió para Radar pocos días antes de morir.