viernes, 18 de enero de 2008

Una bizarra vida de consuelo



Por L.A.

¡Amaneció una Verdad!
Taciturna, distraída y atenta deambulaba,
bellamente suspicaz
por los pasillos de la memoria efímera.
No atravesaba… transitaba,
no saltaba… se hundía en un deseo de victoria y alegría

Relatando un árbol rojo
cuya escalera se asemeja a un caracol cuadrado
ella, se conmovía.

Su corazón echaba cenizas,
cuando andaba descolocada y parlante
En una silla acostumbrada a la modorra
juntaba voces y experiencias de media escala

El imán de su conciencia
sin responsabilidad ni pena
comediaba con su cuerpo hostilmente elegante