Sudado de estar sentado, decido darme una ducha antes de irme a dormir; primero tibia, después fría. Casi sin secarme me acuesto en la cama frente al ventilador (velocidad media). Escucho el inicio de una tormenta. Es fuerte. Al rato, deja de llover. El calor sigue. El sudor está al acecho para volver a aparecer en mi rostro mientras duermo.