martes, 8 de enero de 2008

Preguntas abortadas


Por P.E.

“Tiene ocho hijos. Él es partidario de la pena de muerte”, dispara Capote maravillosamente en un pasaje de “Música para camaleones”. Esta frase me sirve para señalar la contradicción presente en los militantes fundamentalistas (¿existe otra clase de militancia?) que se adueñan de la defensa por la vida. El año pasado trabajé sobre una creencia instalada en el imaginario colectivo: “El aborto como una práctica inmoral”. Mediante un corpus de declaraciones mediáticas efectuadas por un arco de personas (pro-abortistas, anti-abortistas, médicos especializados en bioética, religiosos, cientistas sociales, entre otros), se podía dilucidar que todos, más allá de sus posturas político-ideológicas, consideran que el aborto es una situación no deseada por ninguna persona; ¿cómo podrían saberlo? Es probable que ninguna mujer se sienta cómoda ante la situación de un aborto, pero también es probable lo contrario. Además, en caso de que la primera situación sea más posible: cuál es el motivo de dicho malestar. Verdaderamente: ¿es algo natural o ideológico sentir angustia? Biológicamente el aborto no necesariamente tiene que ser una situación indeseada. Ante este planteo, un pensamiento lúcido podría señalar que orgánicamente la gestación de una vida no puede ser interrumpida. ¿Por qué no? Una criatura no aflora naturalmente, por ejemplo, “cuando las chicas cumplen quince años”. Una vida es creada mediante una relación corporal entre dos personas (siempre desde el plano biológico arcaico). En el mismo marco podría encuadrarse la situación de un aborto. Una persona, en relación con el mundo, decide matar (biológicamente) lo que creó junto a otro ser; entonces: ¿cómo puede vociferarse que el aborto es antinatural? Si en definitiva la muerte se da en relación con el mundo al igual que la vida. ¿Acaso la muerte no es biológica? Particularmente la intención de estas palabras no es convencer a nadie, sino generar preguntas que cada uno deberá contestarse (seguramente con nuevos cuestionamientos). Asimismo, el interés de este ensayo dominguero (escrito un lunes de franco) pretende cuestionar la falsa creencia que manifiesta que el aborto es una práctica inmoral. ¿Por qué? ¿Por qué se debe sentir culpa por no querer ocho hijos? Si en definitiva, entre aquellos que pregonan la pena de muerte la culpa jamás dice presente.