En “La noche de los dones” de El libro de arena de Borges “se debatía el problema del conocimiento. Alguien invocó la tesis platónica de que ya todo lo hemos visto en un orbe anterior, de suerte que conocer es reconocer; mi padre, creo, dijo que Bacon había escrito que si aprender es recordar, ignorar es de hecho haber olvidado”.
De alguna manera, Malón Literario 2.0 es justamente eso: un reconocimiento de algo visto. De ninguna manera aquí se pretende hacerle creer al lector desprevenido que está frente a una creación ex nihilo (de la nada), sino todo lo contrario, se le está advirtiendo que aquí va a encontrarse con letras que, tal como invoca la tesis platónica, fueron leídas en un universo precedente.
Es a partir de este pobre análisis que se evitará manifestar que Malón Literario 2.0 es “la vuelta” de Malón Literario, tampoco es una vanguardia ni nada por el estilo, sino simplemente es como “un pueblo de provincia que es idéntico a los otros, incluso hasta en lo de creerse distinto”. Bienvenido dos mil ocho.
De alguna manera, Malón Literario 2.0 es justamente eso: un reconocimiento de algo visto. De ninguna manera aquí se pretende hacerle creer al lector desprevenido que está frente a una creación ex nihilo (de la nada), sino todo lo contrario, se le está advirtiendo que aquí va a encontrarse con letras que, tal como invoca la tesis platónica, fueron leídas en un universo precedente.
Es a partir de este pobre análisis que se evitará manifestar que Malón Literario 2.0 es “la vuelta” de Malón Literario, tampoco es una vanguardia ni nada por el estilo, sino simplemente es como “un pueblo de provincia que es idéntico a los otros, incluso hasta en lo de creerse distinto”. Bienvenido dos mil ocho.