Por Patricio Erb
El lado oculto del clan Kennedy, mafia sindical, extorsiones, orgías, drogas, asesinatos, prostitución, golpes de estado disfrazados, negociados de la CIA y el FBI con el Ku Klux Klan, lavado de guita, dobles agentes y grandes confabulaciones son los protagonistas de la “América” (1995) de James Ellroy, primera novela de una trilogía sobre el detrás de escena de la historia de los Estados Unidos durante los últimos 50 años.
Tal vez continuador del policial noir iniciado por Dashiell Hammett y Raymond Chandler en la primera mitad del siglo XX, Ellroy le añadió barro a un género literario que ahora convive con una cagadera de imágenes que parecieran mostrarlo todo. El norteamericano oriundo de Los Angeles entrega junto con sus relatos una visualidad brutal, no apta para lectores impresionables.
La “América” de Ellroy destaca de manera soberbia la importancia de la Real Politik en el mundo de la vida política. Al mismo tiempo que planifican un magnicidio contra Fidel Castro, mercenarios con acceso a la Casa Blanca llevan adelante un próspero negociado bilateral de compra-venta de drogas con altos funcionarios de La Habana. Los mismos sujetos que venden heroína cortada a los negros pobres de la Florida para financiar organizaciones mafiosas (además de sus propios bolsillos), defienden los derechos civiles de los afroamericanos segregados racialmente en el estado sureño de Mississippi.
Abogados de la CIA graduados en reconocidas universidades norteamericanas almuerzan con mercenarios tercermundistas, que coleccionan cueros cabelludos de sus víctimas. Todo está permitido para acumular poder en el país que tiene por detrás de la familia tipo americana, una maquinaria que funciona a la perfección, que prevé, incluso, el error de la elección de un Presidente que “no entiende” qué es lo que hace grande a los Estados Unidos de América, que no está dispuesto a detener su acumulación de estrellas.
Ellroy describe una norteamérica putrefacta a la que no le falta nada: capitalistas del crimen organizado, compra de elecciones, sórdidas operaciones políticas, muertos que nadie reclama. A todo ésto, “América” suma la falsa elegancia del clan Kennedy. El triángulo Joe (cabeza de la pandilla) y los hermanos Jack y Bobby, es retratado maravillosamente por el autor, que se dedica a lo largo del libro a desenmascarar la moral berreta de una familia, que sólo señala la mierda ajena, negándose a ver la realidad de que también está, como el yonki más demacrado, sumergida en la peor de las miserias.
Finalmente (resumiendo de forma descarada una genial voluminosa novela), el autor de “La dalia negra” (1987), “L.A. Confidencial” (1990) y “Jazz blanco” (1992), entre otros muchísimos títulos, nos regala la presencia en “América” de Howard Hughes (tal vez lo recuerden representado por Di Caprio en “The Aviator”, película de Scorsese –2004-, ó parodiado en los Simpson por el Sr. Burns, en el capítulo “Burns Casino” –5º temporada-). Ellroy encuentra en la imagen de la locura de Hughes, el resumen ideal de todos los personajes del libro, que en definitiva son, de alguna u otra manera, los sujetos que direccionan las acciones del país más poderoso del mundo.
El lado oculto del clan Kennedy, mafia sindical, extorsiones, orgías, drogas, asesinatos, prostitución, golpes de estado disfrazados, negociados de la CIA y el FBI con el Ku Klux Klan, lavado de guita, dobles agentes y grandes confabulaciones son los protagonistas de la “América” (1995) de James Ellroy, primera novela de una trilogía sobre el detrás de escena de la historia de los Estados Unidos durante los últimos 50 años.
Tal vez continuador del policial noir iniciado por Dashiell Hammett y Raymond Chandler en la primera mitad del siglo XX, Ellroy le añadió barro a un género literario que ahora convive con una cagadera de imágenes que parecieran mostrarlo todo. El norteamericano oriundo de Los Angeles entrega junto con sus relatos una visualidad brutal, no apta para lectores impresionables.
La “América” de Ellroy destaca de manera soberbia la importancia de la Real Politik en el mundo de la vida política. Al mismo tiempo que planifican un magnicidio contra Fidel Castro, mercenarios con acceso a la Casa Blanca llevan adelante un próspero negociado bilateral de compra-venta de drogas con altos funcionarios de La Habana. Los mismos sujetos que venden heroína cortada a los negros pobres de la Florida para financiar organizaciones mafiosas (además de sus propios bolsillos), defienden los derechos civiles de los afroamericanos segregados racialmente en el estado sureño de Mississippi.
Abogados de la CIA graduados en reconocidas universidades norteamericanas almuerzan con mercenarios tercermundistas, que coleccionan cueros cabelludos de sus víctimas. Todo está permitido para acumular poder en el país que tiene por detrás de la familia tipo americana, una maquinaria que funciona a la perfección, que prevé, incluso, el error de la elección de un Presidente que “no entiende” qué es lo que hace grande a los Estados Unidos de América, que no está dispuesto a detener su acumulación de estrellas.
Ellroy describe una norteamérica putrefacta a la que no le falta nada: capitalistas del crimen organizado, compra de elecciones, sórdidas operaciones políticas, muertos que nadie reclama. A todo ésto, “América” suma la falsa elegancia del clan Kennedy. El triángulo Joe (cabeza de la pandilla) y los hermanos Jack y Bobby, es retratado maravillosamente por el autor, que se dedica a lo largo del libro a desenmascarar la moral berreta de una familia, que sólo señala la mierda ajena, negándose a ver la realidad de que también está, como el yonki más demacrado, sumergida en la peor de las miserias.
Finalmente (resumiendo de forma descarada una genial voluminosa novela), el autor de “La dalia negra” (1987), “L.A. Confidencial” (1990) y “Jazz blanco” (1992), entre otros muchísimos títulos, nos regala la presencia en “América” de Howard Hughes (tal vez lo recuerden representado por Di Caprio en “The Aviator”, película de Scorsese –2004-, ó parodiado en los Simpson por el Sr. Burns, en el capítulo “Burns Casino” –5º temporada-). Ellroy encuentra en la imagen de la locura de Hughes, el resumen ideal de todos los personajes del libro, que en definitiva son, de alguna u otra manera, los sujetos que direccionan las acciones del país más poderoso del mundo.