Por Gonzalo Méndez
A los 10 años un amigo me hizo escuchar un casete que un primo más grande le había regalado. En realidad lo que oí en aquella ocasión fue sólo un tema y eso me bastó. Hasta entonces mucho no sabía de la música. Apenas había tenido una vaga experiencia de ella a través de María Elena Walsh y el Mono Liso. En aquel instante sentí que, a pesar de no entender esa letra en inglés, de no comprender siquiera lo que es un acorde, la música se apoderaba de mí y me hacía estremecer.
La canción que me hipnotizó, y aún lo hace, era Octopus´s Garden, conocida en castellano como Jardín de los Pulpos, estrofas y melodía entonadas por la voz de un baterista. De quién iba ser esta hermosa composición sino de los Beatles. Ellos me iniciaron en la música y despertaron mi interés por ella.
A los veintitantos una amiga me envío un mail por unas charlas de filosofía, a las que luego asistí. En aquel lugar escuché un nombre y oí atentamente la lectura de algunos de los párrafos de su obra. Aunque en ese momento no sabía casi nada de Nietzsche, sentí que su pluma me atravesaba sin lastimar, pero dejando la tinta azul como marca en mi cuerpo. Él me inicio en la filosofía y la lectura filosófica abrió mi apetito voraz de pensamiento.
Cuatro ingleses de Liverpool y un alemán de Röcken. Unos músicos y el otro escritor, pero también a la inversa. La música es letra no escrita y la letra es la música hecha tinta. La guitarra es la pluma del músico y la pluma el cantar del escritor.
Todos ellos, cinco nómades, viajeros, artistas, creadores, perturbados, incomprendidos, genios. No hay nada que los separe. No hay puentes que cruzar. Los cinco pensaron su época y la trascendieron. Cinco inactuales de pura raza.
John Lennon, Ringo Starr, Paul McCartney y George Harrison formaron los Beatles, banda precursora si las hay, que dio nacimiento a nuevos sonidos, estilos y formas musicales en tiempos que aún el día de hoy nos parecen impensados. Friedrich Nietzsche podría ser sin lugar a dudas uno más de ellos, el quinto Beatle que nunca existió, el pianista que nunca fue.
A los 10 años un amigo me hizo escuchar un casete que un primo más grande le había regalado. En realidad lo que oí en aquella ocasión fue sólo un tema y eso me bastó. Hasta entonces mucho no sabía de la música. Apenas había tenido una vaga experiencia de ella a través de María Elena Walsh y el Mono Liso. En aquel instante sentí que, a pesar de no entender esa letra en inglés, de no comprender siquiera lo que es un acorde, la música se apoderaba de mí y me hacía estremecer.
La canción que me hipnotizó, y aún lo hace, era Octopus´s Garden, conocida en castellano como Jardín de los Pulpos, estrofas y melodía entonadas por la voz de un baterista. De quién iba ser esta hermosa composición sino de los Beatles. Ellos me iniciaron en la música y despertaron mi interés por ella.
A los veintitantos una amiga me envío un mail por unas charlas de filosofía, a las que luego asistí. En aquel lugar escuché un nombre y oí atentamente la lectura de algunos de los párrafos de su obra. Aunque en ese momento no sabía casi nada de Nietzsche, sentí que su pluma me atravesaba sin lastimar, pero dejando la tinta azul como marca en mi cuerpo. Él me inicio en la filosofía y la lectura filosófica abrió mi apetito voraz de pensamiento.
Cuatro ingleses de Liverpool y un alemán de Röcken. Unos músicos y el otro escritor, pero también a la inversa. La música es letra no escrita y la letra es la música hecha tinta. La guitarra es la pluma del músico y la pluma el cantar del escritor.
Todos ellos, cinco nómades, viajeros, artistas, creadores, perturbados, incomprendidos, genios. No hay nada que los separe. No hay puentes que cruzar. Los cinco pensaron su época y la trascendieron. Cinco inactuales de pura raza.
John Lennon, Ringo Starr, Paul McCartney y George Harrison formaron los Beatles, banda precursora si las hay, que dio nacimiento a nuevos sonidos, estilos y formas musicales en tiempos que aún el día de hoy nos parecen impensados. Friedrich Nietzsche podría ser sin lugar a dudas uno más de ellos, el quinto Beatle que nunca existió, el pianista que nunca fue.